Un poco de historia para un pequeño pueblo

Uno de los libros más antiguos que relacionan hechos históricos es el “Génesis”, en el cual se nos dice que Túbal, el quinto hijo de Jafet (por tanto, nieto de Noé), fue el que colonizó la península Ibérica unos 142 años después del Gran Diluvio, es decir, siguiendo el calendario de los hebreos, 2.173 años antes de la era cristiana. Túbal estableció la primera población en Tarragona.

Después vinieron tiempos de ocupaciones por diferentes pueblos hasta la entrada de los íberos que desplazaron a lugares relictivos el pueblo preponderante de los Pirineos, los euskaros. Los Íberos mezclados con las poblaciones que habitaban el río Ebro ocuparon el valle alto del Segre formando uno de los doce países (en aquel momento) que actualmente forman la Catalunya Ibérica: el pueblo de los ceretans (al sur limitaban con los bacassis, al este con los ausetans, al oeste con los sicoris y al norte evidentemente la gran mole de Pirena), aquel pueblo era gobernado por un Régulo con el consejo de sacerdotes –llamados druidas-. Los restos arqueológicos más cercanos que podéis encontrar están al otro lado del río Segre, el magnífico dolmen del Clot del Moro (entre Castellnou de Carcolze y Bescaran) y otros vestigios que testifican la antigüedad de los asentamientos de este tramo del Segre.

Ni cartagineses, ni griegos, ni fenicios, no llegaron a molestar a los ceretans, que iban consolidando su cultura como muestran los dólmenes que dejaron en muchos de los valles habitados, Escasa huella la de los romanos (al menos la que nos ha llegado hasta nosotros), dedicados a guerrear contra los bergitans, si bien, hacia el 200 aC, como consecuencia de la II Guerra Púnica los romanos subieron por el valle del Tet desde Narbona por la Strata Confluetana y se instalaron en Iulia Lybica, la actual Llivia. Prolongaron la Strata hasta Ilerda por el valle del Segre, la que se conoce como Strata Ceretana. La ocupación romana fue muy costosa ya que los ceretanos no dieron ninguna facilidad, a demás del Castro de Iulia Lybica establecieron otro castro romano en Bar, i el pagus de Bar se extendía por la planicie de Toloriu, pero prácticamente no quedan vestigios de sus construcciones,

Pero el 409 de la era cristiana una invasión de los pueblos suevos, vándalos y alanos del otro lado de los Pirineos llegaron a colonizar estas tierras, y si bien alguno de estos pueblos llegaron a conquistar Tarragona y el resto de la Península Ibérica, en las comarcas ceretanas los alanos se establecieron para cultivar las tierras y llegaron a integrarse con los antiguos ceretanos. A partir del 412 los Godos se instalaron por toda Iberia sin prácticamente oposición de los nativos y conformaron el pueblo ibero-romano-godo que pervive en adelante. Los asentamientos primitivos construidos de barro con los romanos, se transforman en casas de piedras y de confort con los godos.

Todos los lugares sagrados de estas comarcas fueron cristianizados a partir del año 527, ya que en Castellciutat se estableció una comunidad de monjes agustinos dirigidos por san Paulino, el cual conjuntamente con san Justo expandieron el cristianismo por el Pirineo, como ejemplo el druídico lugar de Pinset (encima de la Quera) fue santificado bajo la advocación de san Vicente.

Pero en el año 713 los árabes entraron a Catalunya, después de conquistar media península, hasta que se detuvieron en Narbona. En esta invasión ninguna comarca catalana se salvó, y la Ceretania cayó en manos árabes. En Llívia el moro Bahlul situó el cuartel general para defender de los francos el territorio árabe, pero Leudovico Pio, hijo de Carlomagno, entró por esta localidad para recuperar los territorios y constituir la Marca Hispánica, límite fronterizo de defensa. No hay ninguna noticia de que los árabes poblasen la Ceretania ni la tierra de los sicoris donde el obispo Leoberic rápidamente restauró el cristianismo godo de La Seu; nuestros antepasados seguían estando fuera de las luchas de las grandes invasiones.

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La Hispania visigoda en la época de Leovigildo

Hacia el 731, el berebere Munusa, probable valí de Septimània, se rebeló contra los árabes de Córdoba, pero fue sometido en Llívia por el valí cordobés Abd al-Rahman ibn Abd-Allt al-Gafiqi (Abderramán), el cual continuó la ofensiva musulmana por todo el sur de Francia hasta su derrota en Poitiers el 732 delante del ejército franco de Carles Martell. Pero la acción de reconquista de la dinastía carolingia no llegó a ocupar Septimània, y con ella el Rosselló, hasta el 759.

Abderramán después de conquistar Barcelona a los francos, llegó hasta a la Seu d’Urgell donde dejó un valí con un gran ejército para ir luchando contra los condes de la Marca nombrados por Carlomagno. Los habitantes se refugiaron en los pueblos de la montaña y construyeron castillos de defensa: el valle del río Valira se cerró con los tres castillos de La Zeca, La Meca y Les Valls d’Andorra, y el valle del Segre con los tres castillos de Bar, Toloriu y Aristot

Estos pagus se convirtieron en diferentes condados dirigidos por Bel•ló I de Carcassona. Después de su muerte, el 812, el rey franco Carlos el Calvo nombró conde de Cerdanya, Conflent, Urgell y Ausona al hijo de Bel•ló I: Sunifred I, que en el 844 también fue nombrado conde de Barcelona, Girona y Besalú. Sunifred se casó el 842 con Ermesende de Carcassona i murió el 848 y su casal sufrió un largo eclipse como consecuencia de las guerras civiles del imperio franco hasta que en el concilio de Troyes (878) el rey franco Luis el Tartamudo invistió a Guifré I, el Pelós, hijo de Sunifred I, conde de Barcelona, Girona, Besalú, Rosselló, Urgell, la Cerdanya i el Conflent (el condado de Ausona fue entregado a su hermano Miró y después de la muerte de este pasó a ser dirigido por Guifré). A la muerte de Guifré I el Pelós (21/agosto/897) éste repartió los condados entre sus hijos, otorgando el de Cerdanya a su cuarto hijo llamado Miró II, éste murió el 927 y heredó el condado su hijo Seniofred (vemos como después de Guifré el Pelós los condes ya no eran de designación carolingia sino hereditarios). Le sucedió su hermano el famoso Oliba “Cabreta”; en tiempos de su gobierno el terrible Mohamed-el-Moafarí, conocido como Almanzor, atacó y conquistó el condado de Barcelona y la misma ciudad al conde Borrell, pero éste, gracias a la ayuda por una parte del conde Oliba “Cabreta” y los ceretanos y por otra de Galceran de Pinós señor de Bagà, de Folc de Cardona, d’Hug de Mataplana, de Bernat de Peguera y de Bernat de Portella, en el mismo año sacaron al moro y sus tropas fuera del territorio de las fronteras catalanas; si bien la Cerdanya y el Urgell gozaban de una relativa calma, su población se redujo a causa de tantas acciones bélicas que hacia el conde Cabreta.

Oliba “cabreta” casado con Ermergarda tuvo cuatro hijos y dos hijas pero a su muerte el 988 únicamente repartió sus condados entre los dos primeros, Bernat “tallaferro” recibió Besalú, Vallespir y Fenolleda, mientras que Guifré II recibió la Cerdanya. Es importante resaltar que este Guifré fue el fundador de San Martí del Canigó. Guifré II de Cerdanya murió el 1036 y su descendencia llevó el gobierno del condado: Ramón Guifré del 1036 al 1068, Guillem I Ramón del 1068 al 1095, Guillem II Jordà del 1095 al 1109, y Bernat Guillem del 1109 al 1118. Al morir este sin hijos, la casa condal de Cerdanya conjuntamente con el Conflent y el Vallespir se unieron con la de Barcelona ya que el pariente más próximo era Ramón Berenguer III de Barcelona “el Grande”. En aquellas fechas el condado de Urgell estaba gobernado por el conde Ermengol VI “el de Castilla”. Remarquemos que siendo conde Guillem II Jordà, el papa Urbano II, en el concilio de Plasencia, proclamó la cruzada a Tierra Palestina pero sin ninguna aportación directa por parte de los habitantes de la Cerdanya, ya que el mismo “enemigo” estaba ocupando todas las planas de Lleida (pero si con Hug de Pinós de Bagà y otros nobles, como se puede ver en esta web en la saga de los Grau).

El conde, sin embargo, pudo formar una expedición con la gente de Berga (el Berguedà en esta época estaba unido al condado ceretano), y las fuerzas del conde fueron conjuntamente con las de Raimon, conde de Tolosa, que encabezaba la expedición y que como segundo jefe de la expedición sitió Trípoli. Una vez Trípoli fue conquistada la unieron a los gobiernos catalanes durante muchos años (se puede ver que después de quinientos años de la conquista en todos los mapas dibujados por diferentes cartógrafos sobre Trípoli siempre aparece la senyera catalana (bandera catalana) –a veces con la media luna-). El estandarte de esta gesta fue otorgado a la ciudad de Berga y aún se conserva al gremio dels Aloys. Después de esta cruzada el conde no tuvo tiempo de paz y se lió en una nueva acción bélica (eso sí siempre lejos de sus condados) conjuntamente con los pisanos (de Pisa Italia). Esta vez participó en la conquista de las Baleares, dirigida por Ramón Berenguer “el Grande” para lo cual se juntó una gran flota en la ensenada de Sant Feliu de Guíxols (casi cuatrocientos años después otra expedición de descubierta salió del puerto de Pals hacia el continente desconocido). De la expedición volvieron vencedores sobre los árabes de Eivissa y Mallorca.

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Túnez en el Mapa de 1560 del autor Mallorquín Mateo Prunes

A la muerte de Ramón Berenguer III “el Grande”, el 1131, la sucesión recayó en su hijo Ramón Berenguer IV “el Santo” que, a pesar de casarse con Petronila (Peronela) de Aragón y ser rey, jamás asumió este título y siempre (como sus descendientes) fue llamado Conde de Barcelona, en homenaje a la casa condal tan prestigiosamente llevada por sus antepasados.

Poca participación tuvieron los ceretanos y la gente de Toloriu en los hechos que sucedieron en la Catalunya condal de los años siguientes, las baronías se fortalecían y los pueblos crecían en un marco agrícola rural. Hay que destacar que sobre el año 1193 los cronistas relatan la gran tragedia natural (no ha sido la última) que sufrió el territorio, los ríos se salieron de madre y inundaron campos y pueblos llevándose pueblos y familias enteras y provocando muchos años de gana ’ambruna’ y encima hubo que añadir la horrible peste, que mató mucha gente del pueblo. En esta época era conde Alfonso I “el Casto o el trovador” (Alfonso II de Aragón), que estableció su residencia en Barcelona y después en Perpinyà (donde murió el 1196) para poner remedio a tantos grandes desastres. Le sucedió su hijo Pedro I el “Católico”.

El 1211 sucedió un gran hecho, el emperador de Marruecos con el ejército más grande que nunca África había enviado a Europa, entró por Gibraltar para prestar ayuda a los árabes de la península. A la llamada del rey de Castilla, el conde-rey Pedro I (como siempre dando sentido a la hispanidad concebida por Catalunya) juntó un poderoso ejército que, conjuntamente con el rey de Navarra, fueron a combatir al moro (gente ceretana y de les baronías de Castellbò y Toloriu se unieron al ejército) y el 16 de julio de 1212 tuvo lugar la conocida batalla de las Navas de Tolosa de la cual salieron vencedores. Aún, y sin descanso, se metieron en una sonada batalla, la de Muret, en la cual conjuntamente con los condes de Tolosa, Foix y Comenjes fueron a la defensa de los Cataros o Albigenses, pero el 12 de septiembre de 1213 el ejército de Simón de Montfort, contrario a los Cataros, acabaron con la vida del conde Pedro I.

Como curiosidad hay que añadir que Sibil•la de Berga, casada con Arnau de Saga (Cerdanya) el 1230 hizo testamento en el cual además de repartir sus propiedades hizo unas “deixes” (donaciones) “Pro Anima” entre las que dio a Sant Jaume de Toloriu 2 sueldos. También destacar que en el año 1235 cayó una gran helada donde murieron muchos habitantes del pueblo, y muchos bosques desaparecieron.

Siendo ya conde Jaime I “el Conquistador”, se organizó otra conquista de Mallorca. Los cronistas no dicen como se marcharos los catalanes de las islas después de la primera conquista y tampoco tenemos documentación sobre si esta segunda vez los ceretanos y sus barones participaron (hay que pensar que si y por ello en el reparto de los reinos de Jaime I, la Cerdanya correspondió al rey de Mallorca).

A la muerte de Jaime I, el 27 de julio de 1276 en Valencia, este repartió el reino entre sus hijos, la Cerdanya, el Roselló y la señoría de Montpeller, junto con Mallorca, a su hijo Jaime, que reinó como Jaime II de Mallorca. Entonces el condado ceretano y las baronías defendieron al rey de Mallorca en las disputas bélicas contra su hermano Pedro II de Catalunya-Aragón, conocido como el Grande. El 1285 Jaime de Mallorca invadió las tierras de Catalunya de Pedro con más de cien mil hombres, mientras que las guarniciones de los condados del norte hacían presión, pero se tuvo que retirar por culpa de una epidemia y por la fuerza de las tropas de Pedro II, comandadas por Roger de Llúria, Mallol y Marquet, que lo vencieron en la batalla del Panissar, a consecuencia de la cual murió el 5 de octubre de 1285.

El trono de Mallorca y el condado de la Cerdanya, etc… fueron heredados por el hijo de Jaime II de Mallorca también de nombre Jaime, el cual fue invadido por su tío Alfonso II el Liberal como represalia a la invasión de su padre sobre la Catalunya condal, durante este periodo de guerra la Cerdanya y el Roselló parece que estuvieron al margen y pudieron vivir un poco tranquilos.

Muerto Alfonso II con 46 años heredó el reino su hermano Jaime conocido como el Justo que volvió a ser rey de Sicília, Aragón, Valencia, Barcelona y que en la paz de Agnani el 1295 hizo que volviese a Mallorca Jaime II de Mallorca pero con carácter feudatario de él. Mientras reinó en Catalunya Alfonso III, el Benigno, el reino de Mallorca tuvo una apreciada tranquilidad, que aprovecharon las baronías ceretanas para crecer demográfica y económicamente, pero su hijo Pedro III, el Ceremonioso, volvió a intentar anexionarse todos los reinos que lo habían sido con Jaime el Conquistador, atacó a su cuñado Jaime III de Mallorca (hijo de Jaime II de Mallorca). Mientras Pedro se dirigía con una flota hacia Mallorca por el mes de mayo de 1343 fuerzas de Berga y de otros lugares comandadas por Arnau de Erill y Guillem de Bellera entraron en la Cerdanya, cortando y devastando todo lo que les salía la paso, esta invasión quedo parada por una suspensión de armas declarada por el Papa, pero la tregua duró poco, en el año siguiente los bergadanos tomaban definitivamente la Cerdanya y su rey Jaime III de Mallorca era condenado a vivir en el castillo de Berga. De regreso de un viaje para ver a su mujer en Sant Cugat del Vallès, el ex rey Jaime siguió hasta territorio de Foix iniciando una serie de batallas, ayudado por sus súbditos de la Cerdanya para reconquistar su legado.

Estando entre batallas en el año 1348 se desencadenó la terrible peste conocida como el “Foc de Sant Antoni”, la cual mató, según las crónicas de aquellos tiempos las dos terceras partes de la población. Pedro III en la batalla de Llucmajor el 1349, devolvió todos los territorios del reino de Mallorca al condado de Barcelona.

El 1387 sucedió al Ceremonioso su hijo Juan el Cazador, y a su muerte el 1396 le sucedió su hermano Martín el Humano, y por el tratado de Caspe siguió como rey Fernando I el de Antequera, que tuvo un corto reinado y heredó su hijo Alfonso IV el Magnánimo que al morir sin hijos pasó el trono a su hermano Juan II; la actitud de este rey propició la guerra de las cortes catalanas contra su rey, y mientras tanto nombró sucesivamente rey de Catalunya (Aragón siguió con Joan) Enrique IV de Castilla, Pedro IV condestable de Portugal y Renato d’Anjou, y finalmente el 22 de diciembre de 1472 el rey Juan II juró todas las leyes de Catalunya i volvió a reinar por segunda vez. Las guerras contra Castilla, las confrontaciones por el príncipe de Viana, etc. influyeron poco en la vida ceretana, con excepción de la familia del barón de Toloriu como se puede ver en esta web en su saga, donde las poblaciones aumentaron de ciudadanos y los barones tenían una clara influencia sobre el rey, pero el duque de Lorena, hijo del rey Renato d’Anjou, que gobernó Catalunya en lugar del rey, ocupó con sus ejércitos el Roselló y la Cerdanya, y al finalizar la guerra catalana no los restituyó, entonces la Cerdanya estuvo en guerra hasta la recuperación total del Roselló ya hacia el 1479.

De Ferrando II de Catalunya y Aragón poco diremos a pesar de la gran importancia que tuvo para Catalunya y su marina en los viajes de descubierta del nuevo continente, planeada y dirigida por la familia Colom de Barcelona, ya que no tenemos constancia de la participación de cerdans. La sucesión de Juana “la Loca” y de Carlos I, no fue tranquila, el emperador estaba en guerra permanente contra Francia y la Cerdanya y las poblaciones con castillos fueron hostigadas por los hugonotes, no fue exenta de ellas la baronía de Toloriu, y los barones recibieron fama de valerosos combatientes.

De esta época es la gesta de la baronía que más historias ha recogido. El Emperador hispánico Carlos I, continuaba ampliando los reinos de la confederación, ahora ya catalano aragonesa siciliana tunisiana germánica etc…y el nuevo reino de las Indias. Para ayudar al virrey de las Indias Orientales en la conquista de los mexiques dispuso de una gran operación con soldados herederos de la tradición almogávar. Al frente puso un pariente de profesión militar nacido en Xàtiva, el príncipe Ferran d’Aragó y Margarit, marqués del Valle, duque de Gandia y señor de Cortés, nacido el 10 de noviembre de 1483 y que desde su llegada a la Hispaniola colaboraba con el Gobernador de Santo Domingo, Nicolás de Ovando (La historia castellana ha rebautizado a Ferran d’Aragó como Hernán Cortés y así nos lo han hecho pasar).

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Vale la pena apuntar que posiblemente Francisco López de Gómara sea el pseudónimo del mismo Ferran Cortès

Ferran d’Aragó (Ferran Cortès) dispuso de dos capitanes de valía contrastada, los primos Joan de Grau, barón de Toloriu, y Pedro de Grau, señor de Bar. Con ellos comandando las tropas, el año 1519 Cortès y su ejército entraron en Tenochtitlan. Esta llegada coincidió curiosamente con el anuncio del regreso cíclico, cada 52 años, de Quetzalcóatl (Serpiente de plumas), dios que simboliza la sabiduría y el conocimiento, igualmente díos de la mañana, de la estrella del atardecer y dios del viento, de piel blanca y con barba. Por eso Cortès fue recibido como un dios y lo festejaron con “tchocolatl”, seguramente fue el primer europeo que comió chocolate. Pero unos meses después los aztecas se revolvieron y en el año 1520 el emperador azteca Motecuhzoma en la “Noche triste” (10 de julio) quedó herido y murió tres días después. Más tarde, el 1521, Tenochtitlan fue ocupada de nuevo y definitivamente por las tropas de Catalunya-Aragón.

Motecuhzoma II tenía muchas mujeres: una emperatriz, dos reinas, diversas esposas legítimas y muchas concubinas. La emperatriz únicamente tuvo tres hijos, Xipahuatzin, Tohualicahualtzin y Telicuatzin (Maria, Pedro i Isabel), sobre los cuales, siguiendo la ley de sucesión azteca, recayó la sucesión del imperio azteca.

Cortés regresó a las Españas el 1428, trayéndose los tres hijos del Emperador: el heredero, Tohualicahualzin, y las dos hermanas, las princesas: Xipahuatzin y Telicuatzin. Llevaba una gran cantidad de oro que traía de las Américas, Ferran Cortés se presentó al rey Carlos I, en Monzón, donde había cortes, y donde entregó la fortuna que traía para sufragar los gastos de la corte Catalano-Aragonesa.

Tohualicahualzin, que había sido bautizado con nombre de Pedro, fue a vivir al reino de Castilla, y las hermanas Xipahuatzin bautizada como Maria, y Telicuazin, bautizada como Isabel, se aposentaron en Catalunya en donde se casaron con los barones Joan de Grau de Toloriu y Pere de Grau, y fueron a vivir a sus respectivos castillos del Baridá.

El 1531 Castilla ofreció a Pedro (el príncipe Tohualicahualzin) el título de Conde de Moctezuma y una pensión a cambio de su renuncia a la corona del imperio Azteca, Pedro renunció y Felip I (Felipe II de Castilla) le otorgó diferentes títulos. Más tarde, el título fue reconocido el 1627 siendo el titular Pedro Tesifón de Moctezuma, biznieto de Pedro, nuevamente por renuncia expresa a los derechos de la corona. La línea de la tercera hermana Telicuazin Tecuichpotzin, bautizada Isabel (1509-1550), se extinguió el 1775.

En virtud de la ley sucesoria de 1466, los derechos del Imperio Azteca no podían ser renunciados. Si se hacía, se perdían los derechos que pasaban al heredero siguiente, que en el caso de Tohualicahualzin era su hermana mayor Xipahuatzin, bautizada Maria. Maria estaba casada con Joan de Grau i Ribó, barón y señor de Toloriu, capitán de Ferran Cortés. Por eso Maria Grau de Toloriu, la siguiente en la línea sucesoria reclamó prerrogativas imperiales para ella y para sus descendientes, privilegios que fueron aceptados por las cortes catalanas y por el rey de Catalunya-Aragón. Desde 1536 Maria hizo valer sus derechos de soberana sin que se la pudiera perseguir por encontrarse en territorio catalanoaragonès y no castellano.

Maria Xipahuatzin y Joan Grau vivieron en al castillo de Toloriu y también hacían estancias en la casa Vima, una casa de pagès (casa rural) que está cerca del antiguo camino del Quer Foradat a Martinet, pasando por Béixec, y donde podría estar enterrado un fabuloso tesoro.

El 5 de mayo de 1536 nació en Toloriu el heredero del Imperio: Joan Pere Jaume Grau (Joan I), al cual Maria le legó expresamente los derechos sucesorios en testamento otorgado en Toloriu delante de Notario el 7 de noviembre de 1536, como certifica, da fe y testimonio de verdad el notario Manuel Pallàs de Torrents, del Ayuntamiento de Benavarri. Maria murió el 10 de enero de 1537, según consta en la partida de defunción extendida por el párroco de Toloriu y Bar donde se lee que fue sepultada en la iglesia de Sant Jaume de Toloriu bajo el altar mayor, con las pertenencias que, de acuerdo con tradición azteca, eran de rigor (podría ser el tesoro?) y cubierta por una lápida que dice “Aqui yace la princesa Maria de Moctezuma Miaguachuchil hija del emperador Diego I Moctezuma de Mexico, mujer del honorable Juan Grau, que Dios perdone e fino diez dias andados de enero era mil e quinientos e treinta i siete”. La confabulación de estado para borrar la historia de Catalunya y la de sus hombre que siguieron en los años siguientes de la Gran Descubierta y que aún hoy día arrastramos, ha ocultado la verdadera conquista de México para dejar-la en una leyenda que, a pesar de todo, ha ido pasando de generación en generación como la historia oral que nace de la voluntad interna de un pueblo de perpetuar su identidad, los Grau y sus descendientes llevan la titulación azteca hasta que la historia lo decida.

La línea de los Grau-Moctezuma continuó con Antoni I, Nicolau I, Joan II, Joan III, Jaume I, Jaume II, Magí I, Magí II, Guillem I, Guillem II, etc.  Hoy en día puede ser que ya haya un nuevo soberano en la persona de un hijo del actual Josep Grau. Los últimos soberanos fueron priores de la Orden del Temple de Catalunya así como Gran Maestro de la Orden de la Corona Azteca, que recibió la bendición de los Santos Padres Pius XII y Juan XXIII.

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La bandera que ondea es la Senyera

De 1570 a 1580 cantidad de incursiones de los hugonotes tuvo la Cerdanya y el Urgell que estuvieron ocupados en defenderse de los ataques ayudados con tropas condales que venían mayoritariamente de Berga y Bagà por cuenta de Felip I (para los castellanos Felipe II) y Felip II (Felipe III). El desastroso reinado de Felip III de Catalunya y la guerra de los segadores no fue ninguna excepción para Toloriu que encima tenía a los franceses en continuas escaramuzas. Es un tiempo donde el bandolerismo destacó en el Baridà, por ello el 1575 se creó la Unión contra los Bandoleros, un poderoso “sometent”, con más de trescientos hombres, pero la rivalidad entre los Cadell y los Banyuls propiciaron que durante años los pueblos del Baridà y entre ellos Toloriu vivieran bajo la influencia de los bandoleros, en la comarca se conoce como luchas entre “nyerros” y “cadells”

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Ciudad de Méjico en el Mapa de 1589 del autor Italiano Baptista Boazio (Vertical).
La bandera que ondea es la Senyera.

Los segundos tenían la sede en Arsèguel (en el Baridà), entonces un castillo, y la Torre de Cadell, masía fortificada situada entre Coborriu de Bellver, Bor y Beders. Los nyerros, en cambio, la tenían en el pueblo de Nyer, en el Conflent. Como que Joan —también llamado Joanot o Jonot— Cadell, señor de bandoleros y a la vez jefe más poderoso de los cadells, llegó a ser subveguer del Baridà (cargo real por debajo del veguer de Cerdanya, cuando el antiguo condado era ya una veguería), en Toloriu siempre dominó esta facción, que contó con otros bandoleros cerdans, “gitats de pau i de treva”, muy conocidos en la época como Galceran Cadell “el Bastardo”, el Minyó de Montellà, Joan Marfarner “Barrabam”, Cola de Lobo, Vicenç Tasquer, Perot Millet “lo Milletó”, Gabriel Torner “Boca Negra”, etc.

El reinado de Carlos II se distinguió por la cantidad de bandoleros que asaltaban a los viajeros (si bien esto duró hasta los finales del siglo XIX), y la guerra contra Francia que todavía seguía, y después con Felip IV (Felipe V para los castellanos) llegó la aniquilación total de Catalunya y el sometimiento al pensamiento castellano, Antoni Gandolfo brigadier de los ejércitos de la Cerdanya y el duque de Pópoli situados en el Urgell rápidamente se acercaron al bando borbónico reduciendo el clamor popular en contra de Felip y a favor del archiduque Carlos.

De 1746 a 1808 con Fernando VI, Carlos III y Carlos IV de las Españas, la baronía fue creciendo en actividad ganadera y comercial, en el año 1794 estalló la Guerra Grande, y unos cuantos años después el 1808 la llamada Guerra del Francés, a pesar de los esfuerzos de los ceretanos y de las baronías, los gobiernos centrales fueron perdiendo una ocasión detrás de otra de recuperar las tierras catalanas de la Cerdanya y del Roselló. De guerras civiles continuaron entre absolutistas y constitucionalistas primero, y entre carlistas y liberales en donde la gente ceretana quedó prácticamente al margen. Si hay que remarcar la influencia del reinado de Fernando VII y la guerra contra Francia y Napoleón ya que Toloriu fue uno de los pueblos más castigados por las tropas francesas, ya que en las diferentes invasiones del territorio catalán, una de las veces, incendiaron y quemaron toda la población. En muchas de las casas, aún hoy día, se pueden apreciar paredes ennegrecidas, fruto de aquel incendio pavoroso.

Terminada la desastrosa guerra de los siete años, Fernando VII, el Deseado, sale de su destierro en Valençay el 13 de marzo de 1814 y en Perpinyà es recibido por el gobernador general de Catalunya y jefe del ejército de Catalunya y del de Aragón, el mariscal Suchet, el cual lo acompaña como conde de Barcelona hasta que el día 24 es recibido por el jefe del ejército español: Copons, para posteriormente restablecer el absolutismo y anular la constitución de Cádiz. Pero este siglo XIX continuó con enorme turbulencia, que además de las invasiones francesas (1808-1814-1823) hubieron muchos “pronunciamientos” de las diversas facciones liberales de moderados y progresistas y, sobre todo guerras y revueltas, absolutistas o ultrarreialistas, que permitieron la aparición por las montañas ceretanas de múltiples caudillos que eran una mezcla de guerrilleros y de bandoleros que generaron una mala convivencia en los pueblos de montaña como Toloriu.

Ya con Isabel II como reina, llegó un tiempo de tranquilidad, y incluso Toloriu quedó al margen de la terrible plaga de 1854 del cólera que diezmó muchas poblaciones. Con Amadeo I de rey nada importante sucedió, excepto que el castillo y la baronía iban perdiendo en prestigio y en poder y la anarquía que se extendió por toda la península estalló el 11 de febrero de 1873 con la proclamación de la república. El reinado de Alfonso XII y XIII de Castilla, fue un período de tranquilidad para el pueblo de Toloriu, basta ver que llegó a tener cuatro fondas (cal Mateu, ca l’Oliaire, cal Jeperó y cal Miqueló) que sin duda fue el fruto de la actividad comercial del pueblo; el castillo se derrumbaba y sus piedras pasaban a ser parte de los muros de las casas del pueblo.

El siglo XIX y XX pocas oportunidades de desarrollo dio a los pueblos de montaña, los castillos quedaron sin habitantes, la gente se trasladaba a las planas, hasta que el despoblamiento se ha estacionado al llegar a los 20 habitantes fijos que actualmente tiene Toloriu.

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Hasta el 1849 la bandera imperial azteca era verde. Magí II adoptó una nueva bandera Imperial el 20 de Febrero de 1849: la bandera con los colores mejicanos (para simbolizar la reclamación a la soberanía sobre Méjico en un momento turbulento de la historia de este pais) y el escudo imperial de los Grau-Moctezuma. Este escudo se compone de tres partes: a la primera en campo dorado unos escalones de azur, que es el emblema de los Grau, barones de Toloriu; en la segunda, en campo de sinople, el águila atacando un ocelote que es el distintivo de los Moctezuma; la tercera, de plata con el águila con una serpiente al pico y ondas de agua de azur en los pies, que representa a Méjico. El título de los Grau-Moctezuma es “Vei-Tlaotani del Anáhuac” que quiere decir: “Señor de los señores del Anáhuac”. Anáhuac és el nombre azteca del Imperio de Moctezuma.

Todos los soberanos legítimos de Méjico vivieron siempre en Catalunya y todavía hoy en el nuevo siglo continúa la línea succesória.