Hablar del Temple (nombre catalán utilizado en todas las lenguas del mundo) es introducirnos en un halo de misterio de una orden medieval catalana, extendida por todo el Occidente con un gran poder religioso-militar y con una desaparición repentina que dejó un patrimonio inconmensurable de castillos y un tesoro, que como otros, permanece perdido en el tiempo.
Toloriu perteneció a este elenco de castillos del Temple. Dentro del condado de la Cerdanya la relación de los barones Grau con los Pinós, fundadores de la orden, fue tan efectiva como participativa en cruzadas i conquistas, pero vallamos por partes.
La saga de los Grau (durante un tiempo conocidos como Guerau), como tantos catalanes transcendentes –Guifré el Pelós entre ellos- tienen su origen en la Catalunya (Rosselló) que hoy día está dominada por el estado Francés. Tenemos conocimiento de Guillem de Guerau (nombre original del apellido Grau hasta la sintetización de Grau) que era el señor de la casa en Borguja por los años 1190, el cual se casó con Joana de Queralt; de sus hijos, Guillem Guerau segundo (la numeración que seguimos no tiene más valor que el de poder concretar las herencias) continuó con la saga y sus hermanos Martí y Bernat fueron a la conquista de Valencia como capitanes de sus fuerzas a las órdenes del conde de Barcelona Jacme I (Jaime I) entre los años 1232 y 1238. Podemos ver que desde siempre los Graus que conformaron la baronía en Toloriu han sido valerosos combatientes a favor de los condes catalanes.
La saga de los Grau (durante un tiempo conocidos como Guerau), como tantos catalanes transcendentes –Guifré el Pelós entre ellos- tienen su origen en la Catalunya (Rosselló) que hoy día está dominada por el estado Francés. Tenemos conocimiento de Guillem de Guerau (nombre original del apellido Grau hasta la sintetización de Grau) que era el señor de la casa en Borguja por los años 1190, el cual se casó con Joana de Queralt; de sus hijos, Guillem Guerau segundo (la numeración que seguimos no tiene más valor que el de poder concretar las herencias) continuó con la saga y sus hermanos Martí y Bernat fueron a la conquista de Valencia como capitanes de sus fuerzas a las órdenes del conde de Barcelona Jacme I (Jaime I) entre los años 1232 y 1238. Podemos ver que desde siempre los Graus que conformaron la baronía en Toloriu han sido valerosos combatientes a favor de los condes catalanes.
Guillem segundo de Guerau, de la casa de Borguja, recibió del conde de Barcelona, como recompensa a las acciones bélicas de la familia, el castillo de Grau, en el condado de Ausona. Actualmente el castillo está en ruinas y en su lugar se levanta la ermita de Sant Bartomeu de Grau. Este Guillem contrajo matrimonio con Teresa de Castellnou Erill, de una de les nueve Casas legendarias de las Baronías de la Fama (ver l’Otger Cataló), de sus hijos Guillem tercero continuó con la casa de Borguja, su hermano Pere fue almirante de Catalunya-Aragón, Jaume fue a vivir a Morella y fue el origen de la casa Grau de Morella, y su hermano Romeu llegó el 1234 a ser “Batlle” General de Catalunya.
Guillem tercero de Guerau se casó con María de Vilar y tuvieron tres hijos: Guillem cuarto que continuó la casa de Borguja, Pere que estuvo a las órdenes del conde-rey Pere II el Grande (Pedro III de Aragón) alrededor de 1242 y dio origen a la casa de los Grau de Aragón (posteriormente antepusieron el apellido Gállego al Grau), (posteriormente antepusieron el apellido Gállego al Grau), y Joan que fue religioso; y también tuvieron dos hijas: Elionor y Teresa.
Guillem cuarto de Guerau, del cual se sabe por unos pergaminos que compró unas tierras alrededor de Toloriu y Bar, se casó con Antonia de Cazelles y tuvieron siete hijos: Guillem quinto, que continuó la saga y los hermanos Inés, Elionor, María, Esteve, Joan y Antoni.
Guillem quinto de Guerau ya se ha establecido completamente en Toloriu y es el dueño de una casa-fortaleza y de unas tierras conocidas como Casa Grau. Empieza la reconstrucción de la casa para ampliarla como castillo y, aconsejado por la casa de los Pinòs de Bagà, se inicia en la constituida Orden del Temple. Guillem se casó con Joana de Fabra, que tuvieron cuatro hijos: Guillem que siguió la casa Grau, Joan que fue capitán de las mesadas de su padre, Pere sin más información, y Francesc que llegó a ser obispo de la Seu d’Urgell.
Guillem sexto de Guerau participó activamente con el conde en las guerras de Cerdeña blandiendo la cruz del Temple, se casó con Francesca Vilar de Cardona, con dos hijos: Guillem, que murió jovencito, y Joan Pere, que continuó con la casa Grau de Toloriu.
Joan Pere de Guerau estuvo al servicio del rey Pere III de Catalunya (Pedro IV de Aragón) el Ceremonioso desde el 1336 con el que combatió en diversas batallas; el conde-rey en agradecimiento a su contribución le dio el castillo de Tahus, tal como señala un pergamino custodiado en el archivo real de Barcelona actualmente conocido como el archivo de la corona de Aragón por denominación de Felipe IV -V de Castilla- y confirmado por el dictador Franco) del año 1315, folio 55, Audiencia Territorial 4121 “Jo Pere el Bona Memòria, rei d’Aragoneses, etc., al dilectíssim nostre Joan Pere de Grau”. Tahus está situado al sur-oeste de la Seu d’Urgell sobre una sierra y debajo pasa el río Talarm. Joan Pere nombrado barón de Toloriu se casó con Elionor de Castellnou y de Montcada y tuvieron cinco hijos: Pere que sigue la saga, Guillem que fue barón de Guerau y conceller de Barcelona, Joan que fue presbítero, Antonia, y Margalida que se casó con el noble Anton de Aroles
Pere de Guerau o de Grau, barón de la casa-fortaleza de Toloriu y del castillo de Tahus se casó con Gertrudis Vidal (desde esta fecha el nombre Guerau aparece sincopado como Grau hasta nuestros días), tuvo tres hijos: Pere que sigue la casa pero que muere en un enfrentamiento contra las fuerzas francesas, Nicolau que fue clérigo y Mosén Joan.
Mosén Joan I de Grau, barón del castillo de Toloriu, según consta en muchos pergaminos, compró muchas tierras y se casó con Maria de Arnau, con tres hijos: Pere que murió siendo pequeño, Josep, y Joan que sigue la saga.
Mosén Joan II de Grau, barón del castillo de Toloriu, según un pergamino fechado el 12 de noviembre de 1428, compró unas tierras en Bar. Consta que este Mosén Joan fue un valeroso combatiente que recorría y guardaba las montañas de los Pirineos, llegó a ser el terror de los franceses en la Cerdanya. Se casó con una noble Doña Gracia, de la cual no consta el apellido al estar roto el pergamino, y tuvieron un hijo Joan que siguió la saga.
Mosén Joan III de Grau, barón de la casa Grau en Toloriu, que el 17 de mayo de 14.?. compró tierras en Bar, se casó con Angelina de Ribó, del lugar de Ortedó en la misma veguería, y tuvieron tres hijos: Joan que siguió la saga, María, y Pere el cual fue embajador el 1460 de la ciudad de Barcelona delante del conde-rey Joan II de Catalunya-Aragón para solicitar la libertad del príncipe Carlos de Viana, heredero legítimo del reino.
Joan IV Grau y Ribó, barón de Toloriu y “batlle” del mismo, participó en la conquista de México como capitán de las fuerzas de Ferrán de Aragón señor de Cortés, y al regreso se casó con Xipahuatzin Moctezuma que al cristianizarse tomó el nombre de María (consultad a Cecilia A. Rovela “Raíces Aztecas” para más información). Tuvieron un hijo Joan Pere de Grau-Moctezuma, barón de Toloriu y emperador legítimo de México, el cual fue bautizado el 17 de mayo de 1536 en la parroquia de Sant Jaume de Toloriu.
Joan Pere Grau Moctezuma, heredero de la corona, reclamó delante de Castilla las tierras y bienes que le correspondían de su madre pero la contrapartida exigida fue siempre la renuncia a sus derechos de la corona de México, por la cual permaneció en el castillo de Toloriu con sus partidarios y algún indio que acompañó a su madre en la nueva vida en Catalunya. No hay constancia si intentó recuperar sus bienes por otras vías. Se casó con Clara de Albors, natural de Sant Pere de Lles, de la cual otorgaron capítulos matrimoniales delante del Notario Real de la Seu d’Urgell, Bartolomé Aragall, el 26 de enero de 1563. En sus capítulos se le da el título de príncipe. En estos capítulos, otorgados por los padres de Clara de Albors, todos los bienes de los Albors pasaran al hijo de estos, que fue el príncipe Antoni.
Antoni Joan Jaume de Grau-Moctezuma, barón de Toloriu, aparece bautizado en la parroquia de Sant Jaume de Toloriu el 21 de setiembre de 1570, y se casó con una prima suya María de Grau con la que tuvieron tres hijos: el príncipe Nicolau Joan Antoni que siguió la saga, Margarita, y Jaume (la línea de este Jaume se unió con los Grau de Aragón, que antepusieron el patronímico al nombre y se les conoce como Gállego-Grau, y la baronía volvió a juntarse con la de Toloriu).
Por la otra parte Hug de Pinós, caballero ignorado por la historia castellana, fue, al menos, el cofundador de la Orden del Temple y fue el primer maestre de la Orden del Temple catalán, como se deduce de un manuscrito anónimo del siglo XVIII, dedicado al Conde de Guimerà ““Declaraciò de la inscripción griega de la cruz de la iglesia de Sant Esteba de Bagà, cabecera de las Baronías de Pinòs, el cual de la Armada que tomo tierra Santa, año de 1110”, que se puede encontrar en la Biblioteca Nacional de Madrid como manuscrito sign. 7.377, pág. 81-91 v. Según explica el mencionado manuscrito, durante la primera Cruzada un contingente de caballeros catalanes (actualmente de los estados francés y español) salieron hacia Tierra Santa y colaboraron en la conquista de Jerusalén el año 1099. Entre estos caballeros se encontraba entre otros los hijos del Almirante de Catalunya, los hermanos Galcerán y Hug de Pinòs naturales de Bagà, que durante mucho tiempo han estado directamente vinculados al condado de la Cerdanya, como mucha parte del Berguedà.
Ya en el 1093 la familia Pinós fue propietaria del castillo del Querforadat, y mantuvo la propiedad durante muchas generaciones; la proximidad del Quer con Toloriu relacionó dos baronías que siempre han estado combativas al lado del conde de Cerdanya. A mitad del siglo XII, ya fundada la Orden del Temple por los Pinós, la baronía y el castillo de Toloriu entraron a formar parte del patrimonio de la Orden del Temple.
Recordemos un poco las hazañas de los Pinós y el Temple: Desde los primeros tiempos de la Cristiandad, muchos creyentes iniciaron peregrinaciones a Tierra Santa sin que tuvieran ningún problema. Después de la conquista de Palestina por los árabes por mar el año 637, los musulmanes permitieron las peregrinaciones. Jerusalén pertenecía a los califas de Bagdad y de El Cairo. Pero cuando los turcos se apoderaron de Palestina en el año 1076 y de Jerusalén en el 1090 los peregrinos eran atacados sistemáticamente por los turcos, es entonces cuando el Papa Urbano II, el 27 de noviembre de 1095 en el concilio de Clermont, proclama la Primera Cruzada para recuperar Tierra Santa. Se formaron cuatro ejércitos, con un total de 60.000 hombres armados, bajo la dirección de Godofred de Bouillon (duque de la Baja Lotaríngia), el conde Ramón de Sant Gèli (conde de Tolosa) y Robert de Flandes. Los reyes de Francia y de Inglaterra no participaron y fueron excomulgados.
Conquistaron Nicea (capital de los turcos selyúcidas) el 1097, derrotaron al ejército de Solimán en Dorilea el 1097, conquistaron Edessa y Antioquia el 1098 y finalmente entraron a Jerusalén el 15 de julio de 1099. Se fundó el reino latino de Jerusalén y aun que Godofred de Bouillon fue nombrado rey, se negó a llevar la corona en donde Cristo había llevado la de espinas, y aceptó ser nada más l’Advocatus Sancti Sepulchri”, Godofred murió el 1100, y fue sustituido por su hermano Balduino I, el cual sí que aceptó el nombramiento de los cruzados y el año 1100 fue rey de Jerusalén.
Una vez que Jerusalén se encontró en manos cristianas se planteó el problema de la administración y sobretodo de la protección de la ciudad. De la misma manera surgía un problema de logística: los peregrinos que irían desde todas las tierras cristianas a visitar la Ciudad Santa. Se fundaron diferentes ordenes: de los Hospitalarios de Jerusalén el 1110, de los Hermanos Hospitalarios Teutónicos el 1112 y de los Pobres Caballeros de Cristo (futuros Templarios) el 1118. Así fue como un grupo de caballeros catalanes decidieron formar una cofradía para defender los peregrinos y asistir a sus necesidades.
Una vez estuvo constituida, el Patriarca les concedió la custodia de una reliquia, el “lignum crucis” que el Papa Urbano II había regalado a los cruzados para que presidiese sus batallas. El mencionado Lignum Crucis tenía forma de una cruz de cuatro brazos, o patriarcal; esta cruz fue la que la cofradía catalana cosió sobre sus capas blancas como insignia de distinción y que posteriormente siempre más ha identificado las ropas de los templarios.
La cofradía se instalaría en las ruinas del Templo de Salomón, de donde cogerían el nombre de Templarios. Su primer maestre fue el caballero llamado Hug de Pinós. Este caballero dejaría su nombre para coger el de su lugar de origen, Bagà, por lo cual desde entonces fue conocido como Hug de Bagà, en latín, Hugo de Baganus y deformado por el paso del tiempo en Hugues de Paganus…. Payns, Paencis o Paenz, “el Hugues de Payns” borgoñés que la historia reciente ha querido hacernos tragar como el Primer Gran Maestre del Temple.
Fue, pues, en el año 1118 cuando doce caballeros cristianos, todos ellos de los condados catalanes y de la Occitania llamados Hug de Pinós (señor de Bagà), Godefroy de Saint-Omer, Andreu de Montbard, Payen de Montdidier, Arcimbaldo de Saint-Amand, Gondemaro, Rosal, Godofreo de Bissol, Hug Rigaud de Champagne, Hug d’Empúries, Berenguer de Palou y Nunno Sanxis de Cerdanya, se constituyeron en Hermandad para proteger a los peregrinos que iban a Tierra Santa. Y el rey Balduino II les permitió residir en las ruinas del antiguo Templo de Salomón. Tres de ellos, con sus tropas, se ocuparon de mantener la seguridad de los caminos mientras que los otros nueve se dedicaron a excavar en las ruines del Templo. Los tres primeros eran Hug d’Empúries, Berenguer de Palou (que más tarde fue obispo de Barcelona) y Nunno Sanxis (hijo del Conde de Cerdanya). No fue hasta el año 1128 que en el Concilio de Trento adoptaron el nombre de Orden del Temple.
Las crónicas dicen que los nueve caballeros que se quedaron estuvieron buscando el Arca de la Alianza que contenía las Tablas de la Ley dadas por Dios a Moisés y las Genealogías de los judíos. También buscaron la madera de la cruz de Jesucristo, el Santo Grial y el sudario de Jesucristo. Lo encontraron casi todo, a Edessa (Constantinopla) encontraron el Santo Sudario, el cual después de estar 400 años en Leyri (Francia) desde el 1453 está en Turín. El cáliz de la Santa Cena fue entregado al Conde de Barcelona, su señor natural, el cual lo guardó en salvaguardia de los árabes en San Juan de la Peña y años más tarde, fue trasladado a la Catedral de Valencia y allí sigue custodiado. Con el trozo enterrado de la cruz de Jesucristo, hicieron una cruz pequeña, que presidió la iglesia de los Templarios en Jerusalén, hasta que el primer Maestre del Temple, Hug de Pinós, la regaló a su hermano, Galcerán, y ahora está custodiada en la iglesia de Sant Esteve de Bagà, capital de las tierras de los Pinós.
Después de nueve años haciendo excavaciones en las ruinas del Templo de Salomón, los nueve caballeros occitano-catalanes fueron a ver al Papa, el cual les autorizó a constituir la Orden del Templo de Jerusalén (era el año 1128). Parece ser que los Templarios entregaron al Papa las genealogías judías, donde estaba clara la saga de Jesucristo.
Cuando Galcerán decidió regresar a Catalunya para hacerse cargo del patrimonio familiar, su hermano Hug le entregó, con la autorización del Patriarca de Jerusalén, el Lignum Crucis que anteriormente se ha mencionado. Una vez llegó a Bagà, Galcerán de Pinós, ordenó construir la iglesia de Sant Esteve y depositó en ella la cruz, a la cual se le adjudican diferentes milagros a lo largo de la historia posterior del pueblo.
La Orden inicia su implantación en la zona oriental de la Península Ibérica en la década de 1130. El 1131, el conde de Barcelona Ramon Berenguer III III solicita entrar en la Orden y, el 1134, el testament d’Alfonso I de Aragó cede su reino a los Templarios, juntamente a las Ordenes de los Hospitalarios y del Santo Sepulcro. Este testamento sería revocado y los nobles aragoneses, desconformes, entregaron la corona a Ramir II el Monge, aunque para compensar hicieron numerosas concesiones, tanto de tierras como de derechos comerciales, a las órdenes para que renunciasen a sus derechos
La Corona rápidamente llegaría a un acuerdo con los templarios para que colaborasen con la Reconquista catalana favoreciéndoles con nuevas donaciones de tierras, así como derechos sobre las conquistas (una quinta parte de las tierras conquistadas, el diezmo eclesiástico, parte de las parias cobradas a los reinos taifas). También, según estas condiciones, cualquier “pau o treva” (paz o tregua) tendría de ser consentida por los templarios, y no únicamente por el Rey.
El enclave templario de Bagà se conforma en el período comprendido entre 1154 y 1279, en base a las valiosas donaciones que en estos años los diferentes miembros de la familia Pinòs hacen a la Orden, donaciones que incluyen desde casas en Lleida hasta toda una comarca, la Serra de Sitjà. Este lugar estaría rodeado de posesiones templárias como Puigcerdà, Toloriu, Urgell, Casserres, Puigreig…. Vic. Es decir, la extensión del poder templario se ha incrementado enormemente en menos de cincuenta años, y por el 1279 Toloriu ya dispone de un castillo que por adscripción de su barón está dentro de la Orden del Temple.